Análisis de técnicas literarias en “El figurante y la estrella”
1. Metáforas sensoriales
Gerardo Ferreiro Valiño construye su universo poético multiplicando imágenes que transforman emociones abstractas en sensaciones tangibles. Por ejemplo, el deseo y la pasión son descritos en clave sensorial:
“La ansiada recompensa del éxtasis arrollador no pudo demorarse un segundo más. Corrió abundantemente entre las piernas, el húmedo regocijo de algo parecido a la felicidad. Despatarrada sobre la cama y exhausta de placeres…”
Aquí, el gozo y la felicidad son materializados en humedad, en regocijo físico, volviendo corporal el sentimiento.
El autor emplea, además, metáforas visuales y olfativas para retratar el ambiente o la psicología:
“Codiciosa, se aferró con los dedos al pecho descubierto e inspiró hondo su aroma de macho asilvestrado… Quedó perdida de remate, y lo intuía.”
Lo emocional se instala en los sentidos: el tacto y el olor dotan de realismo y profundidad el vínculo amoroso.
Enriquecimiento: Las metáforas sensoriales de Ferreiro no solo intensifican lo emocional, sino que anclan las emociones en lo cotidiano, volviendo cercana la experiencia poética y permitiendo que el lector perciba, casi físicamente, los estados del alma de los personajes.
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2. Uso de enumeraciones y anáforas
Ferreiro utiliza la enumeración tanto para construir ritmo como para volcar la confusión mental o el caos emocional de los personajes. Por ejemplo:
“Temerario y echado para atrás. Una desbocada montaña rusa de emociones, que la experiencia de la vida todavía no había conseguido atemperar.”
La acumulación de adjetivos y vivencias da cuenta de la inestabilidad emocional.
El autor también practica la anáfora para acompañar el avance del pensamiento o enfatizar obsesiones:
“No desear. No pretender. No esperar… Lo que ha de llegar, llegará.”
El comienzo repetitivo refuerza la tensión interna del personaje y da cadencia musical al relato, sintonizando con la insistencia y el mantra de la resignación.
Efecto: Estas técnicas imprimen dinamismo al texto y reflejan fielmente la naturaleza obsesiva y repetitiva del pensar humano. El lector queda empapado de los ritmos y obsesiones de los personajes.
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3. Diálogos poéticos
El poemario parece construirse, en gran parte, a través del diálogo y la polifonía de voces:
“-¿Me odias o me amas? / ¿Qué te hace dudar?… / El silencio de tus labios cuando me besas.”
No solo hay diálogos convencionales, sino también enfrentamientos entre el “yo” y el “tú” internos, monólogos y discusiones con uno mismo.
Muy reveladores son los fragmentos construidos en diálogo, mezclando voces y perspectivas:
“-¿Qué te pasa? / Nada. / ¿Seguro? / Y ¿qué quieres que te diga? / Que me molesta que hayan aumentado las escenas de cama…”
Esto aporta profundidad psicológica, permite mostrar la vulnerabilidad y el pensamiento íntimo sin perder fluidez narrativa.
Efecto: El diálogo insufla vida y dinamismo, humanizando a los personajes y facilitando la identificación del lector gracias a un tono directo, sincero y cercano.
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La suma de estas técnicas dota a la voz poética de Ferreiro de una autenticidad brutal y una frescura poco común. Las metáforas sensoriales abren la percepción al cuerpo y lo cotidiano; las enumeraciones y anáforas convierten el pensamiento recurrente en música; y los diálogos poéticos rompen la lejanía lírica para hablar de tú a tú al lector.
Personalmente, considero que todo ello propicia una atmósfera emocional vibrante y accesible: el lector se reconoce en las dudas, los deseos y las derrotas, viviendo la poesía como experiencia próxima, sincera y hasta terapéutica. Ferreiro demuestra que la poesía puede ser carne, palabra y vida —todo a la vez.